martes, 19 de abril de 2011

Un poco de historia: El legado del vino


La producción y consumo de vinos de Argentina se remonta a más de cuatrocientos años, cuando los primeros especímenes de "vitis vinifera" fueron traídos a América por los colonizadores españoles a comienzos del siglo 16.

Los sacerdotes católicos que llegaron a estas tierras establecieron viñedos cerca de sus monasterios, para pod er asegurar el vino necesario para celebrar la santa misa.

Favorecido por las óptimas condiciones climáticas y del suelo, la "vitis vinifera" comenzó un desarrollo total y acelerado, especialmente en las regiones cercanas a Los Andes.

 
Durante el siglo XIX, los inmigrantes europeos trajeron nuevas técnicas de cultivo y otras variedades de cepas, que hallaron en Los Andes y el Valle de Río Colorado, el hábitat ideal para su crecimiento.

A fines del siglo XIX la construcción del ferrocarril y el asentamiento de inmigrantes europeos con vasta experiencia en la elaboración de vinos produjeron la expansión de la industria vitivinícola como industria nacional.
 

Cabernet, Malbec, Pinot, Semillon, Merlot y Chardonnay descubrieron condiciones ideales y prosperaron rápidamente, originando los primeros vinos finos argentinos. Este desarrollo incluía la elaboración, con el método champenoise, de espumantes de una sutileza y exquisitez extraordinaria.

Una temperatura adecuada, largas horas de sol, lluvia escasa, baja humedad relativa, y la ausencia de vientos fuertes, crearon junto a sus suelos excepcionales, un ambiente ecológico para la producción de uvas de máxima calidad.

Es importante remarcar que la calidad y riqueza de la producción de uvas, en un medio ambiente tan favorable y ecológico como el argentino, hace innecesarias correcciones substanciales, con lo cual, el agregado de azúcar no está permitido en la legislación argentina.

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