La bodega mendocina, ubicada en Luján de Cuyo que se viste de gala en el segmento premium con su potente Gran Dante. Presenta una novedad que es la inauguración de su reformada bodega y, junto a ella, el centro de visitas. Con la fuerza de un edificio de 1920, la obra renueva la construcción original y propone un interesante recorrido para el turista que la visita, combinando tradición con tecnología de vanguardia.
La inversión, de 1,5 millones de dólares, se destinó a optimizar la producción de vinos de media y alta gama y para abrir las puertas al turismo. Frente a la Cordillera, la visita comienza con un viñedo de uvas malbec y, sobre una antigua pared de doble ancho, un cartel anuncia el espacio dedicado a la producción de vinos de alta gama. Adentro, una línea de selección manual de uvas, pequeños tanques de acero inoxidable, un moderno equipo de prensado y una escenográfica sala de toneles que sorprende. En el área de elaboración de espumantes, se puede degustar una copa de burbujas directamente de un tanque de fermentación.
El recorrido sigue bajo tierra y un túnel subterráneo finaliza en el museo.
Rafael Squassini, director de la bodega, explica: “Ya nos habíamos reconvertido al ofrecer vinos de media y alta gama. Trabajamos mucho en los viñedos y en la bodega. Sólo nos faltaba que nuestros consumidores nos conocieran en vivo y directo”. Es por ello que edificaron el confortable Centro de Visitantes, con una ventana que enmarca la montaña. El clima distendido invita a tentarse con los vinos que se ofrecen para degustar.
La inversión, de 1,5 millones de dólares, se destinó a optimizar la producción de vinos de media y alta gama y para abrir las puertas al turismo. Frente a la Cordillera, la visita comienza con un viñedo de uvas malbec y, sobre una antigua pared de doble ancho, un cartel anuncia el espacio dedicado a la producción de vinos de alta gama. Adentro, una línea de selección manual de uvas, pequeños tanques de acero inoxidable, un moderno equipo de prensado y una escenográfica sala de toneles que sorprende. En el área de elaboración de espumantes, se puede degustar una copa de burbujas directamente de un tanque de fermentación.
El recorrido sigue bajo tierra y un túnel subterráneo finaliza en el museo.
Rafael Squassini, director de la bodega, explica: “Ya nos habíamos reconvertido al ofrecer vinos de media y alta gama. Trabajamos mucho en los viñedos y en la bodega. Sólo nos faltaba que nuestros consumidores nos conocieran en vivo y directo”. Es por ello que edificaron el confortable Centro de Visitantes, con una ventana que enmarca la montaña. El clima distendido invita a tentarse con los vinos que se ofrecen para degustar.
Fuente: www.argentinewines.com.ar
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